Bueno, me han pasado una cadena literaria, mis 3 libros favoritos…Estoy segura de que mis 3 libros favoritos no los he leído aun, porque tengo en cola de espera unos tropecientosmil, y todos prometen, cada uno en su estilo. Pero hablaré entonces de los que me han dejado las huellas más profundas:
“La vida es sueño” de Calderón. En mi más temprana adolescencia, no concebía la posibilidad de dormir sin antes leer algo, costumbre adquirida durante mi infancia, y cuando me quedé sin lectura “propia de mi edad”, buscaba en la librería del salón (lo que fuese con tal de echarme algo a los ojos, reconozco que fue un acto desesperado), descubriendo sorprendida que los clásicos son mucho más interesantes y tienen mucha más miga que las novelillas fáciles que se nos ofrecían a las chiquillas de nuestra edad, y devorando ávida obras de Calderón, Jacinto Benavente, Lope, Quevedo, por supuesto Bécquer...
Y por desgracia no he vuelto a echar mano de los clásicos castellanos, pero me imagino en la vejez echando el lazo a los muchos que me quedan por leer.
“Vita Brevis”, de Jostein Gaarder. Sí, el de “El Mundo de Sofía”. De sus obras, esta es la que, con diferencia, más me gustó. Lo que más me llamó la atención fue, sobre todo, ver que un hombre pudiese hacerse una idea (y escribiese sobre ello) de los sentimientos más profundos de una mujer dolida y resentida contra un hombre que llegó a ser santo, poniendo tan de manifiesto la sinrazón religiosa que le obligó a abandonar lo que debió cuidar. A mí me pareció enternecedora.
“Las noches oscuras del alma”, de Thomas Moore. El único libro que encontré que en ese momento podía ayudarme, después de repasar cien veces las estanterías de El Corte Inglés, y por eso lo recordaré siempre, me sirvió de único apoyo en aquella etapa difícil y decisiva, en la que se desmoronaron todas mis verdades vitales obligándome a reconstruir mis esquemas desde los mismos cimientos. Doy gracias de corazón al autor que se atrevió enfocar el asunto espiritual y pragmáticamente, dándole así un sentido profundo y dotándolo a la vez de un carácter objetivo e imparcial necesario como el agua cuando se lee en tales circunstancias.
Y paso el testigo a
Lord Grayworth y a
Gaiar, a ver qué nos cuentan…